Tras 15 frustrantes días sin internet en casa, (únicamente lo tenía en el móvil) vuelven las aguas a su cauce. Parece mentira la cantidad de historias que tengo que organizar, actualizar, leer... Mi portátil sufrió un formateo de emergencia, así que he perdido muchos de los enlaces que tenía almacenados. Voy a necesitar un par de días para dejar todos mis ciberasuntos en orden, y varios más para recuperar la normalidad en el mundo virtual. Es por eso que pido disculpas si aún no he pasado por alguno de los blogs. Aunque esté tiempo sin dejar comentarios, continúo leyéndolos.
Por fin he conseguido un trabajo. Va a durar únicamente la temporada navideña, pero siendo a tiempo parcial me permite continuar al acecho, caza y captura de algo más acorde con lo mío. Este trabajo es puramente manual, algo que no he hecho en mi vida. Tengo ganas de empezar porque será una actividad totalmente nueva para mí, y porque trabajaré junto a cientos de personas en unas instalaciones inmensas. Me gusta la idea de trabajar rodeada de mucha gente, pero ya contaré si mi opinión cambia tras la experiencia.
He encontrado una organización que se dedica a asesorar y aconsejar acerca del mejor camino para conseguir empleo o para dar un giro en la trayectoria laboral, que es algo que me estoy planteando si los pasos a seguir son lo suficientemente realistas. La semana que viene tengo una cita con mi asesora, que me dirá si tengo demasiados pájaros en la cabeza o solamente los justos.
Las temperaturas continúan cayendo en picado, así que procuro aprovechar cada rayito de sol que aparece, porque sé que en breve habrá semanas enteras en las que no deje de llover. Me hace gracia ver a los meteorólogos en la tele dando la previsión del tiempo tan ricamente, en un mapa en el que sólo se ve un nubarrón inmenso que cubre las islas británicas y alrededores. Humor y resignación, supongo.